Me la mamá un acosador

Miré al reflejo de la ventana y, a nuestro alrededor, la gente permanecía ajena o indiferente a lo que ocurría. Muchos permanecían absortos en las pantallas de sus móviles y escuchando a través de sus auriculares, ajenos a la realidad que los rodeaba. Apenas se escuchaban conversaciones y el sonido del vagón sólo se veía roto por el traqueteo del tren.

La mano del hombre siguió ascendiendo hasta introducirse bajo la minifalda. Se aferró como una zarpa a mi glúteo desnudo —llevaba puesto un tanga que, por detrás, era poco más que un hilo introducido en la raja— y lo estrujó, comprobando su blandura y su firmeza. Se relamió como si saboreara un manjar. El bulto en su bragueta evidenció una erección. Yo noté que me mojaba.

Él siguió explorando mi trasero, metió los dedos entre las nalgas y avanzó por mi entrepierna… Y llegó el momento que yo aguardaba. Su mano se detuvo de súbito y su expresión facial cambió por completo. Sus ojos miraron sorprendidos e interrogadores hacia los míos. Había descubierto mis testículos y mi polla, en ese momento ya morcillona por mi excitación.

Pese a su sorpresa y quizá por su desconcierto, mantuvo la mano aferrada a mis genitales, intentando comprender la situación. Quizá esperaba que fuera un error, que aquello no era lo que parecía y que yo continuaba siendo su regalo del día. Le sonreí burlona, disfrutando del tacto de su mano en mi miembro. Cuando al fin reaccionó y la apartó, yo solté una risita de niña perversa. Intentó levantarse, pero se lo impedí, plantándole el pubis en la cara y presionando su cabeza contra la ventana. No se atrevió a protestar ni intentó apartarme, temeroso de lo que las demás pasajeros —a los que en ese momento no quitaba ojo— dedujeran de lo que estaba ocurriendo: ¿un hombre maduro molestando a una chiquilla? Sonaba feo, sobre todo si él ya poseía antecedentes similares —lo que era más que probable— y no le convenía que alguien avisara a la policía.

Cuando me aseguré de que nadie nos hacía caso, saqué mi polla del tanga, por debajo de la falda, y la puse sobre su boca.